Recientemente escribí sobre las personas que intentan dañar a los demás mediante palabras, acciones u omisiones, y mientras escribía pensaba también en aquellas personas que intentan ayudarte, aquellas que quieren verte fuerte, así que no puedo dejar de escribir sobre ellas.
No sé si tú que me lees te has encontrado preguntándote qué quieres hacer en la vida, cuestionándote quién eres realmente, tratando de encontrar un propósito o buscando respuestas. Bien dicen que crecer duele, ¡vaya que duele! Pasan los años y la vida te va colocando en diversos escenarios, que no siempre son cómodos, que no siempre son felices.
Todos hemos pasado por momentos complicados, dolorosas pérdidas, enfermedades, injusticias, o peleas con seres queridos (y con otros nada queridos). Si hay algo que puedes rescatar de estas situaciones es la lección que te dejan, además del gran regalo que es descubrir que en tu vida siempre habrá quien te quiera, quien te apoye y quien te tienda la mano.
La antesala de mi cumpleaños número 29 fue un espacio en el que encontré paz luego de algunos meses de turbulencia. Y la paz llegó cuando entendí que yo soy la primera persona a la que debo ofrecerle amor, reconocimiento, aceptación y perdón. Comúnmente esperamos recibir de los demás algo que nosotros mismos no nos otorgamos.
Recuerdo que en el momento en que comprendí enteramente la importancia de amarte tú mismo, busqué una foto mía que me gusta mucho, pues me veo tranquila, segura y feliz, y al tiempo en que la veía me prometí que así iba a intentar verme y sentirme de ahí en adelante, aunque en el camino hubiera baches.
Así que, antes de pensar en quiénes son aquellos que quieren verte fuerte, sé tú la primera persona que desea y busca esa fortaleza. Sólo así podrás reconocer que a tu alrededor hay quien te ama, quien celebra tus alegrías, quien siente tus tristezas e intenta ayudarte a salir de ellas. A esos que quieren verte fuerte aprécialos, quiérelos, mantenlos cerca, y agradéceles el estar a tu lado.