El año pasado mi novio me regaló un rosal mini y me dijo que me daba esa planta para que la cuidara, le hablara de forma linda y para que recordara que esa es la manera en la que me tengo que hablar a mí misma siempre.
A veces soy mi peor juez, y cuando me estoy juzgando suelo usar palabras que no son amables y que no le diría a nadie más.
A partir de entonces comencé a cuidar a mis rosas y a decirles cosas lindas cada vez que las regaba. Y claro, recordaba que eso que le decía a las flores me lo estaba diciendo a mí.
Llegó el invierno y las flores se fueron, pero seguí regando la planta diciéndole que tenía que ser fuerte porque pronto volvería a florecer.
Hace unos días descubrí que la primera rosa apareció, ¡me alegré tanto! Me sentí feliz por ver los frutos de mi perseverancia y también porque estos días difíciles que estamos viviendo me han hecho apreciar mucho más lo grandiosa que es la naturaleza y la belleza de los regalos que da.
Mi novio me regaló un rosal como enseñanza de paciencia y de amor propio. Él no sabía que además me estaba regalando esperanza para momentos de incertidumbre.
¡Sé fuerte! Pronto volveremos a florecer.